Conversatorios y monólogos
Teoría del Este: Ives Coopens
cosmos – planeta – genética
Al contextualizar al cosmos como un sistema del mundo o del universo, entendemos que los subsistemas y elementos que de él se desprenden, en algún momento gestaron un caldo de cultivo en donde se engendró la vida. Cuando Ilya Prigogine decía “la vida es el resultado de procesos irreversibles, pero a su vez puede inducir a nuevos procesos irreversibles”, nos llevaba a pensar en la interacción de los elementos espacio – tiempo, a fin de construir un proceso sin fin constructor y reconstructor de diversas formas de ver la vida. Los 13.700 millones de años de antigüedad del multiverso, 4.500 millones de años del sistema solar, 4.400 millones de años del planeta, los 4.000 millones de años de la vida vegetal, los 2.500 millones de años de la vida animal, los 200 millones de años de los mamíferos, los 130.000 años del homosapiens, la eternidad e indivisibilidad de los átomos de Demócrito, el código genético de Crick, así como, los nichos ecológicos de Maturana y Varela, nos empujaron a comprender el origen de un holograma siempre presente, a manera de un continuum generador que ingresó al lado de la armonía: La vida en su relación cosmos – planeta – genética, daría paso a la comprensión de una relación indisociable lo infinitamente grande y su imbricación con lo infinitamente pequeño como sistema generador de un equilibrio universal en donde lo relacional ingresaría a nutrir un ambiente presto para engendrar sistemas adaptativos complejos ancestrales originados desde la armonía de todo lo que existe. El origen y la prolongación de la vida sobre el planeta será uno de los resultantes de la armonización y el encuentro de sus sistemas de auto-organización (Ojeda, Jorge).
fuego – aire – agua – tierra
Las comprensiones del origen se han abordado desde diferentes concepciones, que históricamente han discutido de dónde venimos, que somos, hacia donde vamos, situando a ese origen en explicaciones científicas-mitológicas-mágicas-creacionistas. En la cultura occidental, el origen de la teoría de los cuatro elementos se encuentra en los filósofos presocráticos, en la cultura oriental y del sur la misma teoría se adopta como una explicación cosmológica y cosmogónica del origen de todo a partir de la naturaleza, teorías que han perdurado a lo largo de los siglos pasando por la Edad Media hasta el Renacimiento, influyendo así profundamente en la cultura y el pensamiento humano, y que ha llegado hasta nuestros días. Son representaciones para comprender las fuerzas fundamentales de la naturaleza para poder de esa forma construir un discurso sobre ella. Estos cuatro elementos son: Tierra, agua, fuego y aire, elementos de energía y de vida, de los que dependen todas las especies que habitan la tierra patria, de la interacción devenida en estos cuatro elementos encontramos la armonía de la vida, pues el agua no solo es la composición química del H2O, la tierra no es solo la interacción del proceso simbiótico de vida para la flora, el aire no solo representa el halo de vida mediante la inhalación y exhalación y el fuego no solo representa la energía solar vital en los procesos ecológicos, ya en la actualidad aunque se han dejado de lado intuiciones metafísicas lo cierto es que los necesitamos para vivir y lo más importante dentro de la ecológica es entender las relaciones de biocenosis y biotipo entre las especies vivientes y no vivientes (Quintana, Armando).
biocentrismo – teocentrismo
Referenciemos ideas de origen de la vida en el tiempo:
- Universo: 7.000 millones de años
- Tierra: 5.000 millones de años
- Vida: 2.500 millones de años
- Vertebrados 600 millones de años
- Reptiles: 300 millones de años
- Mamíferos 200 millones de años
- Antropoides: 10 millones de años
- Homínidos: 4 millones de años
- Homosapiens: Entre 100.000 y 50.000 años
- Ciudad – Estado: 10.000 años
- Filosofía: 2.500 años
- Ciencia del hombre: 0
El Paradigma perdido. Edgar Morin
migración – supervivencia – evolución
La Teoría del Este de Ives Coopens, nos llevo a comprender la relación naturaleza – homo, pues según sus postulados, una vez producida una falla geológica en África (Rift) y su consecuente cambio climático, se gestaría un proceso migratorio de una de las especies consideradas como nativas: El homo, en diferentes fases de evolución. El proceso que nació siete millones de años atrás, con Aramis, Ardiphitecus Ramidus, Kanapoi, Orrorin Tugenensis, pasó por Lucy, Australophitecus, Konso, Bodo…, hasta llegar al homosapiens, tuvo como consecuencia, el asentamiento del ser humano a lo largo y ancho del planeta. En su proceso identificamos un patrón de comportamiento en común: La supervivencia, pues existirían especies que al no poder adaptarse a las condiciones de un determinado ambiente deberían salir a buscar en otros, entornos de subsistencia. La dispersión vendría acompañada de cambios fisiológicos, morfológicos y de conducta, pues deberíamos adecuarnos a las condiciones del ambiente según la lógica de la adaptación, por lo tanto, seguir el camino irreversible de una evolución que nos haría ver extraños los unos a los otros y buscar en la naturaleza nuestros patrones comunes de armonía en la relación migración – supervivencia – evolución. La naturaleza se convertiría en el dinamizador de las comunidades y las sociedades, pues a partir de la abundancia o la escases se engendrarían grandes cruzadas, por lo tanto encuentros y mestizajes llevando consigo un proceso que elevaría a evolución a los ciclos reproductivos devenidos de la hegemonía de los genes. Ahora la evolución no tendría únicamente tintes morfo – fisio lógicos, sino que, llevaría impreso un código que pide a gritos el rescate de una identidad perdida: Una identidad que partiendo de la naturaleza de la naturaleza nos lleve a reflexionar sobre la pertenencia del homo a una localidad que ve extraños a los foráneos de una especie que se vio obligada a separarse pero que mantiene un tronco común engendrado en la identidad planetaria; una identidad que vea en los nacionalismos y en los chauvinismos ejemplos del primitivismo de las sociedades humanas en la división ilusoria del planeta; una identidad que vea en el planeta la denominada Tierra patria, que a decir de Morin nos llevaría a poner cimientos en la definición del ser humano como individuo – especie – sociedad (Ojeda, Jorge).
adaptación – domesticación – apropiación
En el devenir de la historia se pueden encontrar los cambios bios-físicos-químicos- antropológicos del ser humano y las especies en la tierra. Pero no sólo se ha cambiado por fuera sino que el comportamiento del ser humano también ha protagonizado cambios significativos a lo largo de la historia de su evolución. Uno de los primeros pasos evolutivos hacia el humano moderno se le otorga al bipedismo conocida como la habilidad de caminar sobre las dos piernas misma que empezó hace unos 4 millones de años y muchos paleoantropólogos toman este acontecimiento como el punto de partida hacia el humano moderno, este cambio le permitió realizar las grandes migraciones en búsqueda de supervivencia, misma que gestó una formidable adaptación permitiendo desarrollar en el género homo una capacidad abrumadora de adaptabilidad a los cambios del medio ambiente, empujando a la expansión de la especie a nuevos horizontes y a desarrollar habilidades nuevas continuamente. La domesticación del fuego y la tierra le permite a la especie humana iniciar nuevas formas de vida con el sedentarismo, en esta armonía se desarrollan las civilizaciones arcaicas dueñas de un formidable conocimiento fitológico, botánico, zoológico… pero también llenos de ritos, mitos, símbolos y magias, elementos que en su equilibrio han permitido el desarrollo de lo que hoy se conoce como imprinting social. Si sumamos a este juego de interacciones a la apropiación y la concebimos como un proceso devenido de la necesidad de tenencia o pertenencia de algo o alguien vislumbramos nudos Giordanos que terminarán decantando como el origen de los conceptos de Economía y como inflexión y bifuración de las sociedades, parafraseando a Weber este definiría el concepto de apropiación en relación a cierta noción sociológica de probabilidad, vinculándolos además a dos conceptos fundamentales como son los de derecho y propiedad. Weber también sostuvo que el derecho en un sentido socioeconómico, como una probabilidad apropiada y la propiedad como probabilidad hereditariamente apropiada, la armonía de estos conceptos permitirá entender entonces que al recorrer del tiempo el ser humano desde su aparición se adaptó y mediante un proceso de domesticación de la tierra y otras especies creó los valores de tenencia de sus pertenencias (Quintana, Armando).