Saberes andinos
1. Saber comer
Hay que comer los alimentos de la época y del lugar: En verano, tomates – lechuga – calabaza – berenjena – pimientos – zanahoria espinacas…, en invierno, ajo – apio – cebolla – espinacas – habas – lechuga…, el pollo – para quienes lo consumen – debería tener un tiempo de crecimiento de cinco meses no de 45 días. Se debería propender a comer los alimentos del lugar, naranjas con pepa o naranjas importadas sin semilla, manzanas chilenas con marca o manzanas ambateñas, papa chola o papas pringles…, como decía “la María” habrá que” pensar en la iconumía” y comprar lo que hay para dejar de depender de productos importados y evitar el consumismo.
2. Saber beber
Hay que disfrutar y tomar el agua en su estado natural como el agua de la lluvia. Tras una tormenta el ambiente deja de estar cargado y se regula la temperatura al reducirse toda la carga negativa en el aire, además de respirar un aire de mejor calidad eliminamos tensiones, dolores de cabeza, malestar y cansancio, cuando tomas agua natural es normal sentirse relajado y con más ánimos pues ayudamos a la sangre a que fluya como un río, a que los alimentos tengan un mejor metabolismo, a que las células se alegren al mezclarla con elementos naturales como la canela, el jenjibre, el limón. En la sanación el agua es uno de los elementos principales, no olvidemos que nuestro cuerpo está compuesto por aproximadamente un 65% de agua, misma que, baña los tejidos, los órganos y a todo el cuerpo en general. Imaginémonos un sembrío sin agua, ahora veamos hacia el interior – así como se postula en la dimensión del tercer ojo con la glándula pineal – qué le pasará en un organismo que no tiene con uno de los principales elementos de la vida.
3. Saber danzar
La gran interacción de las especies deviene de sus movimientos corporales, los sonidos de la naturaleza denotaron su origen; mas tarde su acompañamiento con las palmas, el choque de los pies, los gritos; la armonía que nace al juntar el sonido de los cuatro elementos y consecuentemente el desborde de energía cristalizado en la danza. No hay mejor danza que la del aleteo de un colibrí (más de 70 veces por segundo) en su relación con el néctar de una flor, pues absorbe su alimento sin dañarla. La danza invita a la cooperación, a la espontaneidad, al simbolismo, a la comunicación, al sexo…, al bienestar.
4. Saber dormir
Hay que dormir conciliando el sueño en una parte de la noche y en una parte del día, pues son diferentes las energías que se desprenden de cada ciclo y el subconsciente lo interpreta como los períodos en los que el cuerpo debe tener descanso. Según el movimiento del planeta y la localización en la que uno se encuentre, habrá que seguir el siguiente consejo: Si estás en el hemisferio Norte, la mejor orientación para dormir es con la cabeza apuntando hacia el Sur o el Este y si estás en el hemisferio Sur, la cabeza debe descansar hacia el Norte o Este. No olvidemos que el gran movimiento del planeta es de sur a norte y el sol nace por el este y se pone por el oeste, de ahí la representatividad circular en los bohíos andinos y la conexión con el cosmos en la forma de cono en su techo, las energías fluirán y se receptarán de mejor manera al dormir en un sitio con éstas características.
5. Saber trabajar
La valorización del trabajo en el mundo occidental se limita a lo económico, a los esclavos, a la compra venta y a la dignidad. En el mundo andino el trabajo es un fin comunitario, en sí es plenitud existencial, celebración de la vida y comunión con la Pachamama. La tierra es fuente de vida por lo que trabajarla es su culto y la chacra su templo. El trabajo para el andino representa una realidad existencial sistémica, con visiones afectivas, estéticas, sociales, económicas, sin separar a la persona de su comunidad y de su familia. En en mundo andino no hay división del trabajo, habrá que romper el paradigma occidental “son solo exportadores de banano, café, frutas…,” para hacer entender que lo importante es la alimentación y no los negocios modernos de servicios “tecnología y turismo”, el uno que hizo perder la comunicación personal y el otro que infunde migraciones por el placer.
6. Saber meditar
La premisa es: Para meditar hay que dejar la mente en blanco, hacer descansar a los ojos con el fin de que el cuerpo interior se concentre consientemente en aquello que no ve pero que le da vida, para hacer que aflore el funcionalismo de los otros sentidos y hacer que el anarquismo traducido en libertad entre en tu cuerpo y dejar las vanidades. Pisar la tierra para recibir la energía del centro del planeta y hacer que el sistema nervioso reaccione, respirar en forma consciente, escuchar los sonidos de la naturaleza, representar las creencias con el uso de nunas, saborear diferentes tipos de hierba, oler sabores alternos, representar con nuestro cuerpo a los movimientos del puma, el aleteo del cóndor, la paciencia de la serpiente …, realizar rituales que nos hagan encontrar el ser interior. Vivenciar el aquí y ahora y liberar al cuerpo del pensamiento conceptual para percibir la totalidad.
7. Saber pensar
la cosmovisión andina nos imprime los contextos de relacionalidad, correspondencia, complementariedad, reciprocidad y ciclicidad, mismos que son fundamentales para forjar un pensamiento en donde lo que interesa es la interacción del hombre con sus pares en estado de equilibrio. “Para la filosofía andina, la ‘realidad’ está presente en forma simbólica, y no tanto representativa o conceptual. El primer afán del runa/ jaqui andino no es la adquisición de un ‘conocimiento’ teórico y abstractivo del mundo que le rodea, sino la ‘inserción mítica y la representación cúltica y ceremonial simbólica de la misma. La realidad se ‘revela’ en la celebración de la misma, que es más una reproducción que una re-presentación, más un ‘re-crear’ que un ‘re-pensar’ “(Estermann, Josef 2006, p. 105).
8. Saber escuchar
Sentir, percibir, presentir, comprender al otro, en una relación de pares, si todo vive, toda habla, de ahí que, debemos traspasar la barrera del oído y hacer que nuestro cuerpo sea el que escucha en las frecuencias en las que el otro quiera comunicarse. Los minerales, las plantas, los animales de otras especies, se comunican utilizando diferentes frecuencias, sin embargo hay que declarar nuestra existencia y comprender la suya para escucharnos.
9. Saber hablar bien
En el mundo andino más que ” ser – en – el- mundo,” es “estar – en – el- mundo” estar junto a, en compañía de una colectividad, de un grupo social. En una determinada situación en donde la capacidad de dialogar, entender y ejecutar, nace del sentido de pertenencia con la madre tierra. El hombre andino nace de una familia que forma parte de la comunidad, abriéndose de manera transparente, amplia y abierta a todos los miembros de la misma, por lo que al sentirse parte de ésta debe aprender a respetar a sus miembros. Es por esta razón que, a los varones mayores en su comunicación se les llama tíos y a las mujeres mayores se les llama tías, este sentir familiar, tan peculiar inicia un proceso afectivo y fraternal, donde todos los cónyuges son padres y todos los niños se convierten en hijos de la gran familia comunitaria, que al hablar ve al otro con lazos fraternales. Del lado universal, “un mensaje cotidiano que tiene la naturaleza para comunicarse con los habitantes de una determinada región es el lenguaje cósmico que determina el ciclo agrícola, pues a través de él, claramente se indica las fechas más adecuadas para roturar la tierra, prepararla, proceder con la siembra, acompañar su desarrollo y crecimiento, para finalmente efectuar la cosecha”(Zenteno,Hugo).
10. Saber soñar
En la relación de estar – hacer – sentir, que son concepciones de realidad, hay una noción mas profunda: El soñar, como una forma de comunicación de planos de vida, de mundos posibles y de otras relaciones, en niveles de percepción distintas que ayudan a aportar y resolver situaciones del mundo terrenal. Todo tiene su origen en el sueño, por lo que habrá que proyectar la vida desde ese lado espiritual que hará que lo pensado se haga realidad.
11. Saber caminar
Los pueblos andinos a través de la historia hemos vivido distintos principios de organizacion social, pero nada tan fuerte y solido como lo es el Ayllu, o lo que se conoce como la familia ampliada, en donde no solo somos parientes los indivuos (runakuna) sino todos quienes convivimos con la Madre Naturaleza. Hemos establecido una conexión y una reacción especial de armonia y equilibrio con los rios, los cerros, las piedras, las plantas, los animales, el sol, la luna, las estrellas…, y al caminar el sendero siempre caminamos juntos.
12. Saber dar y recibir
Reconocer que la vida es la conjunción de muchos seres y muchas fuerzas. En la vida todo fluye: recibimos y damos; la interacción de las dos fuerzas genera vida. Hay que saber dar con bendición, saber dar agradeciendo por todo lo que recibimos. Agradecer es saber recibir; recibir el brillo del Padre Sol, la fuerza de la Madre Tierra, fluir como la Madre Agua y todo lo que la vida nos da. En la relacionalidad, es actuar con reciprocidad.
13. Saber amar y ser amado
El respeto hacia todo lo que existe genera una relación armónica, que sobrepasa ideas de atracción, apegos, nostalgia, cariño, deseo…, y nos lleva a vivir en una aquí y ahora en donde disfrutamos de lo que nos rodea.
Similaridades planetarias
- Practica algún ejercicio;
- Desayuna;
- Agradece a la vida todo lo bueno que tienes;
- Sé asertivo: Pide lo que quieras y di lo que piensas;
- Gasta tu dinero en experiencias no en cosas;
- Enfrenta tus retos hoy;
- Llénate de recuerdos bonitos;
- Saluda y sé amable;
- Usa zapatos que te queden cómodos;
- Cuida tu postura;
- Escucha música;
- No saltes comidas 3 – 4 horas;
- Arréglate y siéntete atractivo
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